Programar sin tocar, vivir sin pensar

Por Luis Gómez Peñalver.
Vivimos en una era extraña. No hace falta que te lo diga yo: basta con mirar a tu alrededor. Si alguna vez pensaste que las redes sociales eran un ruido molesto, prepárate: ahora ese ruido tiene intenciones. Jianwei Xun lo llama hipnocracia, y no es un término de ciencia ficción. Es la nueva dictadura digital que no necesita censurar ni imponer, porque te adormece. Como explicaba Raúl Limón, figuras como Trump o Musk no son solo poderosos: son los sacerdotes de un sistema donde la realidad y la simulación se mezclan. ¿Y lo peor? Que puede que ni nos demos cuenta. Bueno, no nos damos cuenta.
¿Y vamos a dejar esto fuera de las escuelas?
En medio de este paisaje brumoso, o mas bien, ante este panorama, aparece una nueva forma de programar sin programar. Andrej Karpathy, exjefe de IA en Tesla y cofundador de OpenAI, lo llama vibe coding: programar “por sensaciones”. “Solo hablo, apenas toco el teclado”, dice. ¿Exageración? No tanto. Javi López, por ejemplo, creó un videojuego llamado Angry Pumpkins sin escribir ni una línea de código. Le pidió a ChatGPT algo tipo “quiero un juego como Angry Birds”, y listo: la IA le generó todo el código en HTML y Javascript. Funcionaba. Y no era un experimento: esa misma tecnología ayudó a levantar una empresa que luego fue vendida a Freepik.
¿Y vamos a dejar esto fuera de las escuelas?
Lo mismo pasa con los robots humanoides. Este año, cientos de hogares acogerán a Neo Gamma, el primer robot bípedo de la empresa noruega 1X. Su misión: convivir con humanos para “aprender” a comportarse. Pero la realidad aún dista del sueño de la ciencia ficción. En la última demostración pública, Neo Gamma regaba plantas con la solemnidad de un mayordomo victoriano… hasta que empezó a temblar y se desplomó en brazos de su creador. ¿El culpable? El WiFi. No estamos en Yo, Robot. Todavía.
¿Y vamos a dejar esto fuera de las escuelas?
Pero no todo es distopía. También hay maravillas. Como The Living Museum, del British Museum, donde los estudiantes pueden interactuar con artefactos históricos. La educación se vuelve una conversación.
Así que insisto: ¿Y vamos a dejar esto fuera de las escuelas?
Mientras tanto, la comunicación humana cambia. Jeffrey Hancock, profesor en Stanford, cuenta que sus alumnos usan IA para describirse en apps de citas. “Quiero parecer divertido, cálido y abierto”. Y lo consiguen. El problema es que… no son ellos los que parecen así. Es la máquina. Naomi Baron, lingüista, lo ve claro: escribir ya no es pensar, es seleccionar entre sugerencias. ¿Eficiencia? Sí. ¿Relación humana? Cada vez menos.
¿Y vamos a dejar esto fuera de las escuelas?
Y eso nos lleva a una paradoja curiosa. Encuestas en EE. UU. revelan que el 74% de la población ve útil la IA para traducir idiomas. El 46% para programar. Pero solo un 7% cree que sirva para tareas creativas. Porque claro, ahí está “el alma”, ¿no? Pues precisamente por eso, la investigadora Jaeyeon Chung defiende que no es una batalla entre humanos y máquinas, sino entre personas que saben usar bien la IA… y las que no.
El problema es que cuanto más usamos estas herramientas, más empezamos a sonar como ellas. Palabras encorsetadas, estilo formal, frases hechas. Ritesh Chugh, desde Australia, lo llama cognitive offloading: dejar que otros piensen por nosotros. Y no solo dejamos de escribir con naturalidad: dejamos de pensar con profundidad.
Así que volvemos al principio: ¿qué clase de sociedad estamos construyendo? ¿Queremos IA para ser más libres, más sabios, más humanos… o simplemente más rápidos? Como decía Cecilia Danesi desde el AI Action Summit de Cannes, el problema no es regular demasiado, sino regular mal. No se trata de poner frenos a la innovación, sino de decidir hacia dónde queremos que nos lleve.
Porque sí, vivimos rodeados de máquinas inteligentes, pero aún tenemos una ventaja que ninguna IA puede simular: la conciencia. La que nos permite distinguir entre lo útil y lo manipulador, entre lo humano y lo programado. Y si no la usamos… otros la usarán por nosotros.
Solución: Educación. Con tilde en la o.
Referencias.
El País. (2025, 24 marzo). Llega la era de programar sin saber lenguajes informáticos: “Ya no tiene sentido escribir una línea de código”. https://elpais.com/tecnologia/2025-03-24/llega-la-era-de-programar-sin-saber-lenguajes-informaticos-ya-no-tiene-sentido-escribir-una-linea-de-codigo.html
TechCrunch. (2025, 21 marzo). 1X will test humanoid robots in a few hundred homes in 2025. https://techcrunch.com/2025/03/21/1x-will-test-humanoid-robots-in-a-few-hundred-homes-in-2025/?utm_source=www.neatprompts.com&utm_medium=newsletter&utm_campaign=perplexity-wants-to-buy-tiktok&_bhlid=5a1f6d93c50eede2ed96d9648bcceabbeeba9acd
Cuadernos de Heródoto. (2025, 30 enero). Inteligencia artificial para clases de Historia: conversaciones online en el British Museum. https://cuadernosdeherodoto.com/2025/01/30/inteligencia-artificial-para-clases-de-historia-conversaciones-online-en-el-british-museum/
El País. (2025, 26 marzo). Hipnocracia o el régimen de la sociedad adormecida, con dos sumos sacerdotes: Trump y Musk. https://elpais.com/tecnologia/2025-03-26/hipnocracia-o-el-regimen-de-la-sociedad-adormecida-con-dos-sumos-sacerdotes-trump-y-musk.html
El País. (2025, 26 marzo). Más eficientes pero menos felices: así nos está cambiando la IA. https://elpais.com/proyecto-tendencias/2025-03-26/mas-eficientes-pero-menos-felices-asi-nos-esta-cambiando-la-ia.html
OpenAI. (2025). ChatGPT [Modelo de lenguaje AI]. https://chat.openai.com/