School Rubric

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Invertir

El año 2021 ya está jugado en materia educativa escolar. Ya lo sé, aún estamos en octubre y faltan una cantidad de semanas de clases por delante. A pesar de ello, docentes y equipos directivos saben que en este trayecto final de fin de año solo se puede aspirar a ‘cerrar notas’ y a terminar a tiempo con todo el papeleo. Los alumnos están distraídos, los docentes agotados y padres y madres sin capacidad de reacción, así que todos saben (y aceptan, aun cuando no lo manifiestan a viva voz) que este año escolar ya tiene sellada su suerte. Y no existe un “sprint final” posible capaz de alterar esa suerte. El receso estival ya sobrevuela nuestras mentes, mientras todos nos ratoneamos con hundir los pies en una playa cualquiera, con la mente en blanco, luego de un año brutalmente demandante.

Pues bien, es justamente en este momento, y atravesados por este estado de ánimo, que debemos comenzar a balbucear las primeras ideas del ciclo escolar 2022. Ya sabemos que para febrero-marzo del año próximo la normalidad escolar post pandemia será plena, así que todo indicaría que enfrentaremos un año pleno de presencialidad, situación largamente reclamada durante los últimos 2 años. Es ahora, entonces, cuando debemos realizar un diseño macro del proyecto pedagógico del año próximo, aunque sea a grandes trazos. ¿Acaso durante 2022 volveremos a 2019, con todos sus vicios y falta de logros, o aspiramos a algo más, a algo diferente? Me inquieta saber cómo abordarán este diseño docentes y directivos, así que aquí van algunas reflexiones, que espero sean de utilidad.

¿Cómo diseñar una trayectoria y propuesta pedagógica en la dirección histórica correcta, pero partiendo desde una situación coyuntural de aula y de alumnado realista?
¿Cómo diseñar una trayectoria y propuesta pedagógica en la dirección histórica correcta, pero partiendo desde una situación coyuntural de aula y de alumnado realista?

Lo primero que creo debe hacerse es establecer el marco del debate, del meta diseño. O sea, definir el entorno global cultural y socio-tecnológico dentro del cual el proyecto institucional de la escuela y el plan específico del docente deberán ocurrir. ¿En qué mundo operará esa escuela, mi escuela, mi materia? ¿A qué tipo de alumno estaré queriendo entusiasmar con mi propuesta pedagógica particular? Tres aspectos son omnipresentes en este primer ejercicio de enmarcación de época. El primero es la virtualidad, esa condición a la que fuimos sometidos por el aislamiento de la pandemia, pero que nos hizo conocer un mundo de recursos y posibilidades que teníamos desatendido. La virtualidad es el emergente natural de la intersección entre la conectividad y las pantallas. Y solo crece, solo se expande, solo avanza sobre países, culturas, actividades y segmentos de la población. Debemos comprenderlo y ¡usarlo a nuestro favor! El segundo es la capacidad de distribución de contenido. Un video producido por una niña en España, subido a una plataforma diseñada en la India, tiene el potencial de ser un recurso de aprendizaje significativo para una escuela en Vinchina, La Rioja. Sin costo, sin que nadie se pueda interponer en el medio. Y así, todo. Contenido infinito, disponible para encender aprendices en cualquier rincón del planeta. Y, finalmente, la generación Z o centennials, con todos sus rasgos ya largamente desarrollados en otras columnas. Juntando virtualidad, distribución digital y centennials, que son los ingredientes esenciales de esta época, entonces ya se puede comenzar a hablar. Cualquier diseño que obvie estos elementos, nace rengo, destinado a la irrelevancia más pronto que tarde.

Así como la macro es importante, también la coyuntura ejerce sus restricciones y condicionamientos, y diseñar el plan 2022 también obliga a consensuar grandes lineamientos. El primero y más obvio, está vinculado a la reparación del daño producido por la pandemia. Desconexión, angustia, aburrimiento, distracción, debilitamiento de hábitos y de la propia voluntad, todos rasgos de una población de alumnos que nunca se presentará tan heterogénea como el año próximo. A ello habrá que sumar el daño en aprendizajes escolares, que poco importaron, raramente se midieron, y en ningún caso se utilizaron como elemento de juicio para decidir la promoción del alumno al nivel de enseñanza siguiente. Y, finalmente, está la política educativa, o mejor dicho la acción del Estado en la práctica educativa escolar, que se ha empecinado en inundar de protocolos y procesos engorrosos a la escuela, acorralando al máximo al tiempo de trabajo docente-alumno. Juntando un alumnado más dispar que nunca, con aprendizajes ausentes y con un Estado enamorado de los protocolos, entonces también ya tenemos a la complejidad del cuadro doméstico adecuadamente presentada.

Con la macro y la micro así configuradas, con lo global y lo local puesto sobre la mesa en sus reales proporciones, entonces, ¿qué se debería tener en cuenta para armar ese borrador del plan escolar 2022? ¿Cómo diseñar una trayectoria y propuesta pedagógica en la dirección histórica correcta, pero partiendo desde una situación coyuntural de aula y de alumnado realista? Y recuerde que estamos armando el borrador, no el micro detalle ni las rúbricas. Debemos definir grandes cajones de trabajo, pinceladas nítidas pero solo de los colores primarios en los que haremos hincapié, no más que eso.

Este es un tiempo para invertir, no solo dinero, recursos directivos, ideas y energía, sino también para ‘cambiar el orden, la dirección o la posición de una cosa por los opuestos’.
Este es un tiempo para invertir, no solo dinero, recursos directivos, ideas y energía, sino también para ‘cambiar el orden, la dirección o la posición de una cosa por los opuestos’.

El diseño del ciclo escolar 2022 debería incluir opciones metodológicas nuevas de aula, diferentes a las utilizadas por esa misma institución, que impliquen la adopción de tecnologías educativas. Las escuelas deben sumar variantes pedagógicas intensivas en el uso de tecnologías, recreando, al menos en parte, la vida fuera de la escuela. Pueden incluir pedagogías, plataformas, metodologías, repositorios de contenidos digitales, herramientas, o lo que sea, pero no pueden dejar de mostrar intención (y entusiasmo) en la adopción de tecnologías.

También el diseño del ciclo 2022 debería situar la mirada en el largo plazo, no en afán de establecer métricas y objetivos a largo plazo, sino con la intención de diseñar con prospectiva. La prospectiva es la ciencia que se dedica al estudio de las causas técnicas, científicas, económicas y sociales que aceleran la evolución del mundo moderno. Debemos diseñar 2022 con el mundo moderno en mente, constantemente, pues ese mundo se presenta particularmente dinámico en esta época, y necesitamos ayudar a los alumnos a establecer conexiones y propósitos significativos con su entorno.

Finalmente, debemos diseñar equipos de trabajo multidisciplinarios, que se sientan incómodos al ser invadidos en sus áreas de dominio, y que ello los abra al debate, los fuerce a revalidar argumentos, los invite a salir de sus áreas de confort. Diseñar equipos multidisciplinarios no significa que uno tenga dentro de la escuela personas que hacen diferentes tareas, sino empoderar a nuevos actores para discutir, cuestionar y eventualmente proponer sobre otras áreas de dominio, vinculadas al plan pedagógico. Las organizaciones más dinámicas, eficientes y atractivas para trabajar hoy en día son las que hacen del sistema de toma de decisiones (¿acaso el plan 2022 no es eso?) un debate abierto, desafiante y convocante.

No hay dudas de que, a pesar del cansancio de todos, este es un tiempo para invertir, no solo dinero, recursos directivos, ideas y energía, sino también para ‘cambiar el orden, la dirección o la posición de una cosa por los opuestos’ (definición alternativa de invertir). Tal vez en los opuestos está el mejor diseño, y la respuesta para lograr los aprendizajes perdidos. Vamos a invertir, ahora.

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Juan Maria Segura
Cofundador y CEO de Circusedu, cofundador y Presidente de la Asociación Civil Educación 137, cofundador y Presidente del Club de Graduados de la Universidad de Chicago en Argentina. Escritor, conferencista internacional, educador.

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