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Cómo Reducir las Faltas de Ortografía desde los 4 Años de Edad.

Las faltas de ortografía constituyen uno de los principales retos a los que nos enfrentamos los maestros, las familias o cualquier persona relacionada con la educación. Tratar de revertir la tendencia actual parece difícil y consume grandes recursos a los profesionales de la educación que siguen sin dar con la tecla adecuada para que los niños escriban sin faltas de ortografía. Esta problemática se acentúa por la existencia de una serie de creencias enquistadas en los sistemas educativos que perpetúan, de manera inconsciente y continuada, los errores en los textos.  A continuación analizaré estas tres variables:

1ª. La falta de lectura

Es cierto que la ortografía tiene un componente visual importantísimo. Según Jesús Mesanza López, el 83% de la ortografía se aprende a través de la vista. Observar correctamente las palabras es un factor fundamental para que se fijen definitivamente en el lexicón o almacén ortográfico. Sin embargo, la lectura, pese a que permite que el niño mire continuamente palabras bien escritas, tiene un peso inferior que la escritura en el almacenamiento adecuado de las formas ortográficas. La lectura presenta una serie de deficiencias relacionadas con la memorización ortográfica que se relacionan con un aspecto neurológico que influye en la lectura: los movimientos sacádicos. Estos movimientos oculares tienen una naturaleza balística y veloz. Cuando estamos leyendo una palabra, los ojos van dando saltos y situándose en determinados puntos de la palabra. Estos saltos no se posan en toda la palabra y duran escasos milisegundos. Es decir, algunas letras no son enfocadas por los ojos. La capacidad atencional y de fijación en las letras es mínima. Sin embargo, cuando escribimos, especialmente en las primeras etapas, la escritura es lenta, secuenciada y muy focalizada. El niño es consciente de todas y cada una de las letras que tiene que ir escribiendo. Es precisamente entre la etapa de los cuatro a los siete años de edad, simultáneo al aprendizaje de la escritura, cuando debemos enseñar al niño estrategias ortográficas que le permitan tomar decisiones adecuadas sobre la letra a elegir. La posibilidad de escribir bien una palabra sin referencias previas es muy baja por lo que tendremos que enseñarles estrategias para que este proceso no sea injusto para ellos. Un ejemplo: si deseo escribir la palabra “BAYA”, sin haberla visto anteriormente y sin pedir ayuda al adulto, tengo solo un 25 % de posibilidades de escribirla correctamente. Si la palabra es “VAJILLA”, las posibles combinaciones provocan que las posibilidades se reduzcan a un paupérrimo 12,5 %. Algunos autores, entre los que me incluyo, hemos tratado de dar la vuelta a estas ideas enquistadas y consideramos que en la ortografía, la escritura tiene un peso específico mucho mayor que la lectura. Shahar-Yames y Share en 2008, señalaron que la escritura, “tarea en la cual los sujetos hacen un análisis más exhaustivo y atento de las unidades léxicas y subléxicas, en ocasiones constituye un mecanismo con mayor impacto que la lectura en este tipo de aprendizaje.”  Imaginemos que deseo escribir la palabra “AMBIVALENTE” por primera vez. Es muy probable que nunca hayamos leído esta palabra con anterioridad. Pero si la escribo correctamente con la ayuda del adulto, la primera vez que la vea, la habré leído de manera ajustada y sin errores. Según Cuetos y colaboradores, se necesitan 6 presentaciones visuales para que una palabra se memorice en el lexicón. Si la palabra “AMBIVALENTE” la escribimos con “V”, será leída mal la primera vez, comenzando a formarse una imagen distorsionada de la misma. En la imagen se observan unas palabras que son escritas mal porque desde las primeras escrituras no ha existido un control ortográfico.

 Errores por mala fijación en la memoria.
Errores por mala fijación en la memoria.

Otro argumento que justifica la importancia de la escritura, es que los futuros lectores no solo leen textos ajustados a la norma ortográfica. También leen sus propios textos con faltas ortográficas. Por esta razón, la lectura presenta una dificultad añadida. Si enseñamos a escribir correctamente, todo lo que lean será ajustado a la norma. El problema radica en cómo podemos enseñar a niños de infantil a ser conscientes de la importancia de elegir correctamente entre pares de grafías conflictivas. 

2ª. Las nuevas tecnologías.

Otra idea incrustada en el ideario de los profesores y familias es que el uso de las nuevas tecnologías empeora la ortografía en nuestros jóvenes. Si observamos un texto escrito por un adolescente, es cierto que podremos observar que las faltas ortográficas acompañan al texto de manera simbiótica. Sin embargo, no podemos quedarnos anclados en esta causalidad porque en el fondo no presenta tanta importancia como veremos. Según un informe de UNICEF España, el inicio del uso del móvil en nuestros jóvenes se sitúa entre los 11 y los 12 años. A estas edades, inician la entrada al instituto. Si un estudiante comienza la educación secundaria y presenta muchas faltas ortográficas, las nuevas tecnologías no habrán sido la causante. Podría darse el hecho de que las cronifiquen pero no deberíamos decir que el uso del teléfono ha creado esas faltas de escritura porque ya las presentaban. Cualquier adolescente que entre al instituto con este hándicap, presentará grandes dificultades para remontar, tenga o no tenga un móvil. Aquellos que presenten una escritura ajustada a los 12 años, sin haber cogido previamente móviles o tablets, será porque realizaron un aprendizaje adecuado, correcto y efectivo. ¿O acaso a los doce años empezamos a aprender a escribir? A esta edad, los estudiantes se entrenan a redactar, a analizar textos literarios y a perfeccionar aquellas herramientas iniciadas en los cursos de infantil y primaria. Existen dos estudios que avalan mis presupuestos: el primero, realizado por la Universidad de Alberta, encontró que la manera de escribir en las redes sociales no afectaba a la ortografía. El estudio descubrió que la persona que escribe bien, escribe correctamente en sus móviles. El que escribe mal, lo trasladará a las nuevas tecnologías. De hecho, un estudio francés demostró que las personas que más adaptan el texto al formato móvil son las que mejor ortografía presentan. La investigación enfatizó que los errores, acortamientos y palabras alteradas, no empeoraba la ortografía de las nuevas generaciones. Resumiendo, las nuevas tecnologías no son la causante de las faltas ortográficas. Para padres, madres y profesores preocupados, os facilito una herramienta: los móviles presentan un corrector automático ortográfico que corrige las palabras mal escritas en tiempo real. 

Estos estudios defienden que las faltas ortográficas que aparecen en los textos de los adolescentes constituyen un código ortográfico diferente y separado del código que utilizan en la creación de sus textos escolares y académicos. Se asemeja al código que podemos utilizar cuando hablamos con nuestros amigos, de una manera mucho más descuidada y sin tener en cuenta las directrices lingüísticas de nuestro idioma. Sin embargo, si hablamos en un contexto más formal, mi código verbal será más elaborado y atendiendo a las especificaciones de la norma. 

3ª. Las herramientas tradicionales de evaluación.

Desde hace décadas, los dictados han sido utilizados como herramientas evaluativas con un “supuesto” poder pedagógico. Sin embargo, en los últimos años han aparecido críticos que recomiendan su eliminación del sistema. Autores como Pujol, Barberá, Gabarró, Camps y Carratalá enfocan que el problema es la metodología que se utiliza, y que se ha mantenido inamovible desde hace años, basada en la memorización de reglas y excepciones ortográficas. Debemos evitar lo que Carratalá denomina la “pedagogía del error”.

Mi visión es que no es necesario realizarlo de la manera tradicional. Debemos buscar maneras en las que elijan la escritura correcta pero sin que la escriban de manera incorrecta.

¿Qué ocurre si un niño en el dictado, no recuerda la forma de escribir una palabra? Existen dos posibilidades: que pregunte al profesor o se lance a elegir una de las dos letras. Si el adulto no le ayuda, obligará al niño a tomar una decisión ortográfica. Si la elige mal, la fijación en el lexicón comenzará a ser errónea. Según Fernando Cuetos, si actuamos de esta manera, podemos aumentar la posibilidad de que vuelvan a escribirla mal, ya que el nivel de activación de la incorrecta será mayor después de ese error.

El objetivo es buscar una manera más rentable y efectiva de evaluar la ortografía. Para ello debemos evitar que las escriba mal, evitando una memorización incorrecta en el “lexicón”.

Dictado de los dos colores..
Dictado de los dos colores..

Pero si el dictado no es la manera más adecuada para evaluar, ¿cómo podemos realizarlo? El objetivo que debemos marcarnos es romper con las herramientas tradicionales de evaluación y encontrar herramientas menos invasivas y punitivas. 

Una manera de evaluar la ortografía sin necesidad de que el niño tenga que escribir mal una palabra, es una técnica desarrollada por mí: el dictado de los dos colores.

Esta herramienta trata de evitar la escritura azarosa por parte del niño. El dictado se escribe con un bolígrafo azul. Si no saben la letra que deben elegir, dejarán un hueco. Al finalizar el dictado, cogen un bolígrafo rojo y se completan los huecos con las letras correctas. El profesor tendrá su evaluación a golpe de vista. Solo deberá revisar por si se han aventurado a escribirla sin estar completamente seguros. Estos huecos impiden la fijación incorrecta pero nos dan mucha información sobre el conocimiento ortográfico del alumno. El hecho de que el alumno rellene la duda, permite fijar la palabra y el tutor tiene la evaluación de manera inmediata. Esta es una manera rápida y grupal de evaluar sin interferir negativamente en el lexicón.

Existen multitud de herramientas que podemos usar para conseguir fijar las excepciones ortográficas. Nuestro objetivo como tutores es la construcción de imágenes ortográficas correctas. 

Una de las críticas que recibo cuando ofrezco este cambio metodológico es que el dictado enseña a escribir y a redactar debido a que están copiando frases que están correctamente escritas. Según esa regla de tres, les podemos dar textos, que los copien y que aprendan a redactar sin riesgos ortográficos. Según mi percepción, el dictado tradicional no evalúa la redacción sino que se basa en la escritura correcta de un número limitado de palabras. Lo demás es una simple copia. Si deseo evaluar la  redacción, les enseño a redactar y luego miraré cómo componen de manera autónoma. En este caso, si el niño me pregunta sobre alguna regla o duda ortográfica, les responderé. Creo que la lectura es fundamental para enseñar composición textual y para comenzar a crear su manera de redactar.

Según mi opinión, la dificultad para erradicar este mal endémico en las aulas, radica en que tratamos de combatir estas tres causas para lograr que los errores desaparezcan. En el fondo, no nos hacemos las preguntas adecuadas. Si queremos eliminar las faltas ortográficas o al menos reducirlas significativamente, debemos conocer cómo se generan y cómo se establecen las faltas de ortografía. 

Una vez analizadas todas estas realidades debemos dar carpetazo y buscar nuevas metodologías que ataquen a la verdadera causa de establecimiento de las faltas. Estos errores de escritura se establecen de una manera significativa en las primeras escrituras de nuestro alumnado. Justo cuando están empezando a aprender a escribir. En la génesis de la escritura. ¿Cuál es la causa principal de que se formen las faltas de ortografía? En mi opinión hay tres razones:

1ª. Se comienza tarde.

2ª. Se da más importancia a la lectura que a la escritura.

3ª. Se da más importancia a la cantidad que a la calidad.

Las faltas de ortografía se forman cuando las palabras son escritas incorrectamente de manera repetida. Nuestro objetivo es que la escritura de las palabras sea correcta. A priori puede parecer una misión titánica y difícil de abarcar. Sin embargo, si seguimos las recomendaciones que recojo en mi método VOVIP o en mi libro “Manual práctico de enseñar a leer y escribir” (Ed. Toro Mítico), podremos observar que no es tan difícil si nos marcamos un plan guiado, secuenciado y adecuado en las primeras edades escolares.

Método VOVIP.
Método VOVIP.

Para que nuestro plan funcione debemos lograr, lo que Joaquim Valls llama, el inconsciente cognitivo ortográfico. Este proceso se consigue con la repetición de una actividad que podemos realizar en las asambleas de educación infantil. Este automatismo se forma cuando el niño pregunta de manera repetida al adulto la siguiente pregunta cuando suena un sonido conflictivo: ¿cuál es?. Estos sonidos corresponden a los pares de letras b-v, c- z, c-k-q, j-g y ll-y.

Cuando el niño es capaz de preguntar al adulto con qué letra se escribe una palabra, la primera representación ortográfica escrita que vea el niño será correcta. Progresivamente, el niño irá almacenando en su lexicón o almacén ortográfico un número cada vez mayor de representaciones correctas. Para lograrlo, realizamos una actividad en la asamblea que permitirá el establecimiento de este automatismo. Cada día, el encargado de la asamblea tendrá que escribir una palabra relacionada con el proyecto que estemos trabajando en ese momento: los piratas, los castillos o cualquier otro centro de interés. La única condición que tiene que tener esa palabra es que tenga una letra conflictiva (b-v, c- z, c-k-q, j-g y ll-y). 

Escritura de una palabra en la asamblea
Escritura de una palabra en la asamblea

Desde los cuatro años, enseñamos al niño a preguntar cuando suene ese sonido en el que deben tomar una decisión ortográfica. Si seguimos esta estrategia a lo largo de toda la educación infantil, conseguiremos que un altísimo porcentaje de palabras sean escritas correctamente desde su primera manifestación en el papel, lo que conlleva una memorización de la misma. No debemos olvidar que la ortografía es eminentemente visual. Según vayan pasando los meses de entrenamiento observaremos que este automatismo queda completamente asociado y emparejado al niño. Cada vez que escuche ese sonido preguntará de manera automática al adulto. En un estudio descriptivo que realicé, al final del curso de 4 años de educación infantil, un 87 % de mis alumnos me preguntaban al oír estos sonidos. ¿Y por qué empezamos a los cuatro años de edad? La respuesta se basa y se justifica gracias a uno de los prerrequisitos lectores: la conciencia fonológica. Según Carmen Allende la conciencia fonológica es “una habilidad metalingüística que supone la conciencia de que en el lenguaje existen una serie de secuencias fonológicas que pueden ser descompuestas en secuencias más simples, así como la capacidad para manipular estas secuencias”. Este entrenamiento debe ser iniciado en el segundo curso de educación infantil y podemos iniciarlo al comiendo. La razón de iniciarlo en ese momento es que cuando vuelven de las vacaciones de Navidad, muchos niños comienzan a cumplir los cinco años de edad. A esa edad, se introducen en una de las fases de la conciencia fonológica llamada “conciencia fonémica”. Esta etapa consiste en la capacidad para segmentar y manipular los sonidos del lenguaje oral. Si el niño es capaz de aislar un sonido, y es uno de los fonemas conflictivos, tendrá que tomar una decisión ortográfica. Si no recibe la ayuda del adulto, tendrá que arriesgarse y puede que conlleve una escritura errónea de la palabra. 

El niño comienza a segmentar los sonidos de las palabras.
El niño comienza a segmentar los sonidos de las palabras.

Puede parecer que el adulto tendrá que estar siempre pendiente de la resolución ortográfica de las dudas. Sin embargo, debemos pensar que progresivamente, el lexicón o almacén ortográfico, se irá llenando de palabras correctas y la necesidad de preguntar al adulto será progresivamente menor. Las preguntas decrecerán significativamente a partir de los 8 o 9 años. Cuando hayan memorizado de manera eficaz una palabra, ya no será necesario preguntar al adulto. 

Página de un cuento de mi hija 6 años y 10 meses que escribe sin ayuda del adulto.
Página de un cuento de mi hija 6 años y 10 meses que escribe sin ayuda del adulto.

Una pregunta menos al adulto. Esta metodología debe ser compartida por familias y educadores. No debemos olvidar que en realidad utilizamos un corpus léxico muy reducido. Según Barberá, las 10 palabras más frecuentes del castellano son las responsables del 28% de los errores ortográficos. Esta herramienta va a permitir que la memorización de palabras sea progresiva y casi sin coste para el adulto ni para el niño. La lectura complementará el número de visualizaciones correctas pero siempre que las palabras hayan sido escritas y almacenadas de manera férrea. 

Palabras fijadas en el lexicón.
Palabras fijadas en el lexicón.

Llegados a este punto, podemos incorporar las estrategias facilitadas por las metodologías ideovisuales. Estas herramientas permiten recuperar la letra correcta de una palabra mediante un dibujo que se asemeje a la letra. Estos métodos, aunque limitados por el número de palabras que pueden abarcar, nos permiten que la memorización tenga mayor peso y fuerza. 

 Ejemplo de la metodología ideovisual.
Ejemplo de la metodología ideovisual.

Sin embargo, el uso de gestos para recordar la letra adecuada de una palabra actúa de una manera más fiable y duradera dada la naturaleza vivencial y física de las primeras expresiones. Los niños de mi clase son capaces de saber con qué letra se escribe la palabra “VASO”. El truco es formar una V con los dedos índice y corazón y llevarlo a la boca, simulando que bebo del vaso. 

Esta metodología acumulativa es una manera eficaz y estable de establecer correspondencias permanentes en las imágenes ortográficas de las palabras. Si conseguimos que salgan de la etapa de educación infantil (5-6 años) con el automatismo de preguntar y con un número considerable de trucos gestuales de recuerdo, conseguiremos que las faltas se reduzcan al mínimo. 

En la siguiente imagen observamos como el niño usa diferentes estrategias para escribir sus primeros textos. Las palabras que presentan una “G” debajo, significa que recordaba la letra mediante un gesto asociado. Las palabras que presentan una “P” debajo, significa que preguntó al adulto, comenzando el cambio de la memorización.

Escritura usando diferentes estrategias
Escritura usando diferentes estrategias

Para terminar, deseo transmitir un deseo dirigido a aquellas personas que nos están leyendo. La lectoescritura y la ortografía deben ser unos aprendizajes pausados, motivadores y agradecidos. No debemos presionar al alumnado. Debemos acompañarlos. Ser conscientes que una presión excesiva puede provocar un rechazo hacia la lectura y escritura. Me gusta terminar con una frase personal.

“La lectura y la escritura es un regalo. No hagamos que nos lo devuelvan”


Allende, C. (1994): Dislexia y dificultades de aprendizaje. CEPE. 23.

Barberá, V. (1988). Cómo enseñar la ortografía a partir del vocabulario básico. CEAC. 61

Carratalá, F. (2013) Tratado de didáctica de la ortografía de la lengua española. La competencia ortográfica. 36-48.

Cerrudo, V. (2015) Método VOVIP (autopublicado).

www.metvovip.com

Cerrudo, V. (2021) “Manual práctico de enseñar a leer y escribir”. Toro Mítico.

https://almuzaralibros.com/fichalibro.php?libro=5359&edi=6

Cuetos, F,. Suárez, C., María, P., Ramos, S. Álvarez, M.  (2014) Annals of Dyslexia, 64(2), p. 166-181 (2014); doi:10.1007/s11881-014-0092-5

Les SMS, une menace pour l’orthographe des adolescents ?. (2014)

Recuperado de https://archives.cnrs.fr/presse/article/3475

LOLl: new language and spelling in instant messaging. (2009) 

Recuperado de https://nl.ijs.si/janes/wp-content/uploads/2014/09/varnhagenothers10.pdf

Mesanza, J. M. (1987): Didáctica actualizada de la ortografía. Ed. Santillana. Pág. 61.

Shahar-Yames, D., & Share, D. L. (2008). Spelling as a self-teaching mechanism in orthographic learning. Journal of Research in Reading, 31(1), 22–39. https://doi.org/10.1111/j.1467-9817.2007.00359.x

Valls, J, Cerrudo, Vigelmo, Valls (2022) Cuadernos de pedagogía, ISSN 0210-0630, Nº 539

UNICEF España (2021) Estudio sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia. Recuperado de https://www.unicef.es/publicacion/impacto-de-la-tecnologia-en-la-adolescencia

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Victor Cerrudo Higelmo
Soy maestro de primaria, logopeda y experto universitario en intervención educativa en lectura y escritura. Actualmente trabajo en el CEIP Virgen de Peña Sacra (Manzanares el Real - Madrid -España) como tutor de 5 años. Soy creador del método VOVIP, autor del libro “Manual práctico para enseñar a leer y escribir” de la editorial Toro Mítico y ponente en diferentes centros del profesorado de la Comunidad de Madrid (Madrid - España). Cocreador, juanto a Joaquim Valls del canal de Youtube @NEUROLEC

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