La Retroalimentación en la Evaluación
En el campo de la educación se ha trabajo sin cesar en metodologías pedagógicas, didácticas de enseñanza, modos de aprendizaje y un sin número de elementos que son fundamentales para su buen funcionamiento; sin embargo, el tiempo e importancia que se le ha dado a la evaluación en comparación con las anteriores ha sido mínimo.
Para empezar, se debe conocer que la evaluación según Mc Millan (2007, citado por López, 2013), define la evaluación formativa como “un proceso de constante retroalimentación al estudiante con el fin de que este tenga la capacidad de tomar acciones correctivas en su desempeño y lo mejore de manera significativa, acción que puede incentivar la motivación y los aprendizajes, ya que las decisiones se basan en sus propias necesidades” En la anterior definición se puede observar que la evaluación más allá de una nota o calificación final por el trabajo terminado, es un proceso que se debe realizar con el estudiante durante todo el tiempo que este esté aprendiendo; es el camino, no el fin.
Comprendiendo entonces que la evaluación es el camino para alcanzar las metas y los propósitos de la educación, es relevante a la vez tomar acciones que lleven a que cada estudiante sea partícipe de su educación, que pueda tomar decisiones dentro de su actuar diario y consecutivo para que pueda obtener el conocimiento que él desea y que a su vez se le esté enseñando. Dichas acciones deben obedecer al sentido mismo del aprendizaje y a reconocer, que para aprender todos los seres humanos han tenido de una u otra manera modelos que los llevan a repetir acciones y a crear otras nuevas.
Por esta razón y por el hecho de que hay términos que están escritos pero que no se han dado completamente al servicio de la pedagogía, desde el campo de la educación y la evaluación, llevé a cabo una investigación desde el año 2018 hasta el presente 2020 titulada La retroalimentación en procesos de aprendizaje de comprensión lectora en estudiantes de grado noveno en la que hago especial énfasis en la Retroalimentación dentro de la evaluación, ya que, se ha dejado de lado el hecho de dar a conocer a los aprendices cuáles son sus logros, debilidades, fortalezas, retrocesos entre otros en su proceso de aprendizaje, por dar notas a satisfacción o dolor de quien las recibe.
La retroalimentación según mi investigación se ha tomado antes como un repaso de temas, un porcentaje de profesores de 61.53% lo adoptan así; mientras un 11.53% afirman que es la adquisición de nuevos saberes; pero no es así, la retroalimentación en educación es “un proceso de diálogos, intercambios, demostraciones y formulación de preguntas, cuyo objetivo es ayudar al alumno a comprender sus modos de aprender, valorar sus procesos, resultados y autorregular su aprendizaje” (Anijovich y González, 2011) Esta es la esencia misma de la evaluación, me explicaré mejor en el siguiente ejemplo:
Si le damos a un estudiante de cualquier nivel una tarea para realizar, le explicamos cuáles son los parámetros, los tiempos y las maneras cómo se hace o se debe hacer para completar una tarea, tal vez, el estudiante haga exactamente lo que nosotros queremos, o también cabe la posibilidad de que haga algo completamente diferente.
Si miramos los resultados al final del trabajo podremos dar una observación general del producto terminado y tal vez logremos (si somos de los más disciplinados) identificar parte de su aprendizaje con alguna “evaluación” oral. Sin embargo, queda faltando saber si en verdad durante el proceso el estudiante aprendió, o solo copió, repitió lo que otro le dijo, comprendió, o lo hace porque se le facilita y ya. Pero ¿en verdad eso es lo que quiere un docente?, ¿es importante los productos finales más que cómo y quién los hace?
Por otro lado si le damos las mismas pautas, mismo trabajo, mismos estudiantes, en fin mismas condiciones; pero adicionalmente ponemos en práctica la retroalimentación damos a conocer los objetivos (no hablando de objetivos como qué quiero de producto final, sino objetivos como para llegar al producto final pasaré por y llegaré a) hacemos procesos de diálogos con ellos durante el tiempo del desarrollo de la actividad, indagamos sobre sus dificultades y fortalezas, formulamos hipótesis ejemplares u otras absurdas buscando que el estudiante indague más allá de lo visible, haciendo que su capacidad de metacognición crezca durante el proceso, realizando supervisión constante de lo que hace el proceso, analizando vocabulario, la situación en tiempo real (inmediatamente se está haciendo y se encontró lo que se debe decir) y otras estrategias de retroalimentación, o que el estudiante adquiere será significativamente diferente, por ende el producto sería directamente proporcional, no solo sabemos qué ocurre al final, sino tendríamos la certeza de conocer cómo se dio ese producto, las dificultades, fortalezas, ventajas, desventajas que tiene y cómo se llegó a ellas.
Basada en el ejemplo anterior puedo afirmar que con usando La retroalimentación como proceso de evaluación, de manera inmediata, se puede encontrar aprendices con una gran satisfacción personal por, no solo entregar un producto al final (como sea que este se llame) si no que adicionalmente tiene un encuentro consigo mismo, con sus formas de aprender, con sus ritmos de aprendizaje, con su propio conocimiento, se reta, se ayuda, se conoce y logra además de entregar “algo” al final, un crecimiento personal como partícipe de su aprendizaje que lo ayudará a ser más funcional en cualquier tarea que le sea impuesta y a mejorar su metacognición y percepción de sí mismo.
De acuerdo con mi investigación los estudiantes que reciben y que están motivados en recibir la retroalimentación mejoran su proceso de aprendizaje en porcentajes considerablemente buenos, “La información pertinente y eficiente que se hace a los estudiantes logra impactar de manera positiva en ellos, cuando se hace de manera directa, personal e inmediata” (Mahecha, 2020), se conocen a sí mismos a través de la metacognición “proceso mental que me lleva a identificar la mejor manera de abordar una tarea.” (Pinzas, 2006), logran apropiación de conceptos, alcanzan los objetivos propuestos, reconocen sus fortalezas tanto como sus debilidades, muestran mayor deseo de aprender y empatía con sus docentes.
Por otro lado y no menos importante, están los beneficios que puede tener un docente al practicar la retroalimentación en la evaluación, pues además de los ya mencionados y de la manera como se logra obtener mayor fruto en el desarrollo de los estudiantes, también se encuentra que se obtiene una constante identificación de las prácticas docentes, cómo dichas prácticas deben modificarse, cambiarse, ampliarse, o mantenerse según los resultados del paso a paso que se logra con el aprendiz, “es el docente quien debe procurar mantener siempre atento su “radar” para captar la atención de los estudiantes y comprender cuándo debe reevaluar, modificar o reencausar alguna acción” (Mahecha, 2020) sabiendo de antemano que siempre como docentes buscamos el crecimiento del estudiante y el nuestro como profesionales “La retroalimentación constante durante el proceso de enseñanza aprendizaje y no únicamente de los resultados, hace que se encamine en la modificación de didácticas” (Mahecha, 2020)
Así pues, la retroalimentación como parte de la evaluación es una práctica sana y enriquecedora que debería tenerse en cuenta en todos los campos del saber y todas las edades de la vida pues no solo se aprende cuando se es niño o joven, si no que se aprende cuando se quiere aprender.
López, A. (2013). La evaluación como herramienta para el aprendizaje: conceptos, estrategias y Recomendaciones. Colombia: Editorial magisterio.
Anijovich, R & González, C (2011). Evaluar para aprender. Conceptos e instrumentos. Argentina: Aique educación.
Pinzas, J (2006). Guía de estrategias metacognitivas para desarrollar la comprensión lectora. Ministerio de Educación Perú. Perú: Editorial Fimart. Ed. 1.
Mahecha, L (2020) La retroalimentación en procesos de aprendizaje de comprensión lectora de grado noveno.