Al otro lado del puente
El panorama educativo mundial es un mundo lleno de desigualdades, como reflejo del resto de la sociedad. Hablamos de globalización, de conectividad, de equidad, de inclusión, etc. pero, al tiempo que invertimos nuestros esfuerzos en instaurar innovadores modelos educativos en los lugares donde habitamos, una visión etnocéntrica nos impide ver que determinados contextos del planeta, a la par, se van quedando atrás, fundamentalmente porque la inversión educativa allí es mucho menor.
Es cierto que existen diversos proyectos internacionales que impulsan la colaboración y el intercambio entre estudiantes y docentes de distintos países, con el fin de fomentar las alianzas y la cooperación estudiantil, pero estas iniciativas suelen dejar fuera a comunidades de contextos marginales y en claro riesgo de exclusión, por lo que las desigualdades crecen aún más.
Hacia una escuela global
El Español como Puente (#EleComoPuente) nació en junio de 2018 con un espíritu diferente, recogido en su propio nombre. La iniciativa, coordinada desde el IES San Benito -un centro escolar de San Cristóbal de La Laguna (Canarias, España)-, pretende derribar las barreras y muros que consciente o inconscientemente hemos ido levantando entre los pueblos a lo largo de la historia. Para ello, El Español como Puente aglutina, a través de una red de aprendizaje colaborativo y horizontal, el trabajo de más de 40 docentes y 1500 estudiantes de casi medio centenar de escuelas de todo el mundo. El objetivo: que nadie quede atrás en el aprendizaje.
El nexo que une a todas las entidades educativas participantes es la lengua española, hablada por 580 millones de personas en todo el mundo, según los últimos datos del Instituto Cervantes. Pero esta idea inicial no convierte a este proyecto en un medio para amplificar la expansión del español en el mundo, ni pretendemos con ello convertir la iniciativa en un ejemplo más de colonización lingüística y cultural, como otros muchos que se han dado a lo largo de la historia. Se trata de justamente lo contrario: a través de este vínculo que a priori nos enlaza, los docentes que integramos esta iniciativa pretendemos que los distintos contextos culturales que lo integran se reconozcan a sí mismos en la diversidad: que recuperen la importancia de sus lenguas originarias -como es el caso de las lenguas indígenas-, que valoren que su identidad cultural es tan legítima como cualquier otra y que entiendan que los grandes desafíos y problemas del planeta, nos unen, más allá de donde estemos y de nuestras circunstancias sociales y personales, y lo hemos visto con la expansión del COVID-19-, por lo que la cooperación en la diversidad nos debe hacer más fuertes ante los retos y dificultades.
Una alianza contra la “brecha digital”
El Español como Puente busca también despertar inquietudes y desafíos en el mundo de la educación formal, con el fin de alertar a las instituciones que nos representan sobre las siguientes incógnitas: ¿hasta qué punto el avance de las Nuevas Tecnologías puede estar generando más desigualdades en su aplicación en proyectos educativos de cooperación internacional? Por el contrario, ¿la transformación tecnológica en el campo de la enseñanza es capaz de contribuir realmente a la unión en la diversidad y por lo tanto, a la erradicación de las desigualdades? ¿Cómo superar la “brecha digital” para favorecer el establecimiento de alianzas nacionales e internacionales y contribuir de esa manera al Objetivo nº 17 de las Naciones Unidas? (“Establecimiento de alianzas para el logro de los objetivos”).
De esa manera, a pesar de utilizar como pretexto la intención de que el alumnado hispanohablante de la escuela exportadora –el IES San Benito- pueda poner en práctica a través de actividades de interacción oral y escrita sus aprendizajes lingüísticos y su competencia intercultural para favorecer la adquisición de destrezas comunicativas en español de los estudiantes de otros contextos, El Español como Puente pretende, en definitiva, establecer lazos y vínculos entre jóvenes de todo el mundo, así como crear mecanismos para favorecer su empoderamiento, con el fin de que esas alianzas perduren cuando se acabe su etapa estudiantil, cuando terminen de cruzar sus respectivos caminos educativos y cuando los docentes dejemos de estar ahí, al otro lado del puente.