Valores y pensamiento crítico. Una relación necesaria bajo contextos de formación académica, la era de la información y las aspiraciones sociales
A lo largo de la historia de la humanidad, los seres humanos hemos evolucionado en torno al desarrollo continuo del perfeccionamiento de nuestro comportamiento en sociedad. Como especie, hemos nacido sin un lenguaje determinado en los inicios en el mundo paleolítico para convertirnos hoy, miles de años después, en seres que aspiran a colonizar el espacio exterior. De esta manera, ha surgido el concepto de cultura, sello característico y representativo de las sociedades y sus creaciones exclusivas. Sin embargo, es imposible plasmar estas ideas si no fuera por un principio único que moviliza el carácter y dinámica de nuestra conducta, referida esencialmente a los valores humanos, los cuales nos distinguen de manera individual y de manera colectiva como sociedad. Los valores forman parte de nuestro ser y se ve reflejado en nuestra personalidad. Nos entregan cualidades positivas y deseables, por lo que somos reconocidos entre quienes nos rodean. Este último punto es fundamental, puesto que la evaluación que la sociedad realiza de cada persona se centra en nuestras palabras y acciones a las cuales asignamos una valía, las que determinan una escala de valores o anti valores.
Es así como la familia juega un rol fundamental, al constituirse como la institución social más antigua del mundo y al emerger desde ella los primeros valores morales, sociales y personales de cada individuo.
Sin embargo, la formación académica y personal por la cual se ha forjado la sociedad ha estado ligada a un proceso pedagógico extenso, que enfrentamos desde la niñez e incluso hasta el mundo adulto, en el cual hemos construido un andar que nos ha dejado huellas imborrables en la generación de nuestra personalidad y rol en la sociedad, a través de constantes logros, derrotas y desafíos personales que hemos desenvuelto. El mundo de la educación escolar y superior constituye un proceso único de desarrollo humano en el cual y sin ánimo de analogías, evolucionamos desde aquellos seres del paleolítico hasta cumplir un rol social que nos permita vivir y sobrevivir a las circunstancias en las cuales nos ha tocado enfrentar. Durante este extenso periodo de formación académica, se entregan y profundizan una serie diversos contenidos, los que a su vez encienden y permiten la construcción de ideas de la realidad, las cuales evaluamos a través de la razón para establecer una determinada acción, es decir, generamos el pensamiento.
Por consiguiente, pensamiento y contenidos son inseparables, están estrictamente vinculados entre sí, debido a que la acción de pensar requiere contenido y por su parte el contenido es una estructura basal del pensamiento. Se descubre, crea, analiza y sintetiza contenidos mediante el pensamiento, el cual además organiza, transforma y adapta ideas presentadas a través de los contenidos académicos. Esto nos lleva a la siguiente conclusión; la única capacidad que podemos ocupar para aprender es el pensamiento humano.
Una forma de pensamiento humano es el pensamiento crítico, el cual está considerado como una de las habilidades humanas más integrales dentro del currículum escolar, puesto que se evalúan procesos y se desarrollan estrategias con el fin de resolver problemas, tomar decisiones y aprender nuevos conceptos, acciones que se llevan a cabo en todas las áreas académicas y asignaturas educacionales. Pensar críticamente provee herramientas para internalizar contenidos y evaluar la calidad de estos contenidos. Junto con ello, es importante destacar que el pensamiento crítico puede ser enseñado en cualquier nivel académico. Hoy en día, este tipo de pensamiento se ha vuelto cada vez más importante, debido a factores como los cambios acelerados producidos por la tecnología en nuestra cultura, el aumento de las complejidades en la vida cotidiana, la intensificación de la interdependencia global y el incremento de riesgos y peligros desconocidos.
Los últimos elementos mencionados, tienen directa relación con nuestra vida en la actualidad, debido a que nos encontramos sumergidos en la cultura de la información, la cual se presenta en forma libre y sin discriminación alguna en sus exhibiciones y tendencias, por lo que es necesario educar en nuestros estudiantes el pensamiento crítico, de manera que ellos tomen una decisión de qué información considerar y por consiguiente, qué ideales aceptar o rechazar. Para entender los elementos de la comunicación humana y su contenido, las personas no sólo debemos atender lo que se nos comunica, sino también sus intenciones o propósitos implícitos en ella, debido a que esta se ha presentado para servir a grupos con intereses personales y no a las personas y su bien común. Los medios de comunicación no tienen como objetivo educar a las masas, sino entregar información para lograr en estos una influencia en su pensamiento, y con ello, transformar sus opiniones y acciones cotidianas. Generan sensibilidad en su audiencia y alimentan una pasión desenfrenada hacia lo novedoso, de manera sensacional y escandalosa en muchos casos. Para ellos, se entrega información comunicando a las personas lo que desean oír, manipulando deseos, prejuicios y lealtades.
Es por ello que, si queremos que los estudiantes logren sobreponerse a la exposición constante y diversa de la información, no podrán hacerlo sin haber desarrollado habilidades de pensamiento crítico, puesto que les permitirá evaluar todo tipo de contenidos en cuanto a su claridad, veracidad, precisión, profundidad, amplitud lógica e importancia. Es en este contexto en donde resurgen con una trascendencia fundamental los valores, puesto que los estudiantes necesitan tomar el control de sus pensamientos para reconocer sus cualidades en lo que expresan a través de sus intenciones, palabras y acciones, de manera que puedan tomar las mejores acciones en torno a su bien y el de la sociedad.
De esta manera, los estudiantes que piensan en forma crítica pueden aprender a identificar y reconocer los asuntos éticos y razonar bien en este tipo de temáticas. Para ello, resulta fundamental verificar dos tipos de actos humanos, aquellos que elevan el bienestar de los demás y aquellos que lo dañan. Estas últimas acciones pueden combatirse sólo a través del cultivo sistemático del pensamiento crítico, debido a que el comportamiento humano tiene consecuencias en el bienestar de los demás, dicho de otra manera, somos capaces tanto de incrementar como disminuir la calidad de vida de quienes nos rodean, a través de la ayuda o el daño. Sin embargo, tendemos a tener expectativas o aspirar a construir siempre una sociedad mejor. En este contexto de nobles aspiraciones, es que el pensamiento crítico se torna una habilidad imprescindible para la generación de una sociedad deseada.
Al constituir un proceso personal, el pensamiento crítico se involucra e interviene directamente con los valores en su desarrollo integral, en los cuales podemos reconocer, dentro de los más importantes e influyentes de esta habilidad, en primer lugar, el compromiso de carácter social, en cuanto a generar acciones que fomenten una vida en armonía con la sociedad, es decir, significa tomar decisiones y actuar para el bienestar de la comunidad en la cual me desenvuelvo. Podemos identificar además a la empatía, como un valor fundamental para concretar un grado alto de compromiso, puesto que nos permitirá comprender y participar de manera afectiva respecto del sentir de las personas que habitan en la sociedad en cuanto a sus necesidades y problemáticas. Luego, la solidaridad también es un valor que se puede generar a partir del pensamiento crítico, puesto que está adherido a un apoyo irrestricto a las problemáticas que alteran a la comunidad, a una colaboración mutua en cuanto a establecer acciones de ayuda concreta y no desconocer que todas las personas somos parte de una sociedad que comparte intereses comunes y el sentido de pertenencia, la empatía y el compromiso las mantiene unidas. De estas tres mencionadas, ninguna podría ser visible ni posible sin el valor esencial del respeto, puesto que nos permite reconocer, aceptar, valorar y apreciar la razón y los actos que realicemos en torno a los derechos de las personas en sociedad.
El trabajo en equipo también se hace parte en los valores que promueve el pensamiento crítico, puesto que integra una estructura organizativa que favorece la creación y elaboración conjunta del trabajo y una solución concreta y conjunta de los problemas a resolver de manera equitativa y con un espíritu solidario y comprometido. Otro valor fundamental es el desarrollo de la consciencia humana visto como un conocimiento responsable, empático y comprometido con alguna causa o problemática social y que nos permite constatarnos en nuestro entorno, generando un punto de vista muy objetivo e íntegro para generar beneficios a la comunidad. Asociado con todos los valores anteriores, la responsabilidad aparece en forma transversal, puesto que nos invita al cumplimiento de los compromisos adquiridos previamente y de manera concreta, lo que conlleva a que el conocimiento de los resultados de las acciones realizadas recae en cada uno y seremos evaluados por el grado de responsabilidad que ejerzamos en alguna actividad específica en favor de la comunidad. Es así como el liderazgo brota como un valor crucial, debido a que, de alguna manera, el pensamiento crítico fomenta la capacidad de que tiene una persona para influir, motivar, organizar y ejecutar acciones para el logro de objetivos, y es una voz fundamental para realzar la importancia de las iniciativas que desarrollen actividades que benefician a la sociedad.
Por muy abstracto que parezca, estos valores pueden ser aplicados, reconocidos e incluso evaluados si es necesario dentro del currículum escolar. A modo de ejemplo, si planteamos una investigación de la “contaminación atmosférica”, en cualquier asignatura como Biología, Química, Historia, entre otras posibles de estudiar y afines a esta problemática, podemos conformar equipos de trabajo, de manera que el trabajo en equipo constituya la base organizacional de la evaluación en cuestión. Inmediatamente, se pueden designar tareas para un coordinador de equipo, el cual debe integrar habilidades de liderazgo, necesarias para la dirección del grupo de compañeros. Las distintas tareas realizadas por ellos requerirán de labores académicas puntuales, las que pueden ser observadas según el grado de compromiso que cada uno de ellos entregue para lograr el mejor resultado posible. De esta manera, se verá reflejado igualmente el alto grado de responsabilidad en el quehacer de cada integrante de los equipos. Luego, y enfocados en la problemática planteada, la consciencia humana resulta fundamental para entender las causas, desarrollo y consecuencias de este tipo de contaminación y establecer, finalmente, la toma de decisiones concretas para mitigar las acciones producidas por este tipo de desastre ambiental producido por la irresponsabilidad de los seres humanos. La situación descrita gestará de forma inherente un alto nivel de empatía con quienes sufren de este tipo de consecuencias entre los estudiantes, de manera que en forma inmediata inicien una actitud y acciones relacionadas con la solidaridad, de manera que se materialice el apoyo irrestricto a la comunidad envuelta en esta problemática. Entender este tipo de investigaciones que pueden constituirse a través de un buen trabajo interdisciplinario, deben tener como base fundamental el respeto por la sociedad y su entorno ambiental, de manera que todas las personas podamos contribuir a vivir en un medio ambiente de mejor calidad.
Acciones como analizar, razonar, cuestionar, evaluar y tomar decisiones nos permitirán actuar de manera eficaz y consciente frente a las necesidades de la sociedad y nos invitan a estar atentos y ser responsables con la realidad de nuestro mundo en general. Estas operaciones pertenecientes a los pasos para generar el pensamiento crítico fomentan los valores mencionados y le entregan una sólida validez moral en torno al logro de principios correctos y legitimados por la cultura, considerado como esencial para el desarrollo humano de nuestra vida en sociedad.